Wednesday, May 10, 2017

Evitar conflictos internos aceleraria el desarrollo: El consenso japonés como referente al Peru

Uno los principales factores que permitió que Japón se convirtiera en el primer país desarrollado del Este Asiático fue gracias al rápido consenso entre las masas y la elite política.  A través de su historia la sociedad japonesa se ajustó rápidamente a las reformas y las políticas diseñadas por sus autoridades.

De esta manera, Japón atravesó por diferentes tipos de sistemas económicos con éxito en términos de modernización y desarrollo económico. En efecto, desde comienzo del siglo XX este país contaba con un feudalismo centralizado con gran prosperidad; gracias a la actuación de los samuráis encargados de asegurar la paz social. Luego el país se moderniza hacia un Estado con una burocracia centralista y abierta al mundo.

En este último cambio de sistema la clase social samurái fue muy perjudica; pues sus empleos como garantes de la seguridad interna se convirtió innecesaria. Lejos de generar algún enfrentamiento social dejaron el poder; mientras los samurais más vulnerables al desempleo se reeducaron con los principios más innovadores de confucionismo como la eficiencia para así obtener empleos dentro del nuevo sistema burocrático japonés.

Luego viene el último cambio en Japón, el de una sociedad industrial gobernada por leyes democráticas. En este cambio tampoco hubo mayores conflictos. Las antiguas elites también se retiraron llevándose algunos reconocimientos y bonos económicos con lo que algunos se convirtieron en empresarios; cediendo el paso a las nuevas generaciones de burócratas. Mientras, la respuesta positiva de la sociedad japonesa hacia la democracia (propuesto por los estadounidenses en tiempos de la ocupación) habría sido, en realidad, interpretado como el deseo de las autoridades japonesa.

Es así como Japón se convierte en una de las pocas potencias democráticas del Este Asiático y al mismo tiempo con gran desarrollo económico. Esto contrasta con la mayoría de sus vecinos que han tenido que restringir derechos democráticos para lograr la estabilidad política y desarrollo económico. El rápido consenso entre la sociedad y la elite en Japón ha hecho posible un éxito genuino en el Este Asiático. En América Latina y en el Perú ocurre lo contrario; donde se registra una larga historia de conflictos entre las masas y las autoridades.

En el siguiente grafico se aprecia dos indicadores de institucionalidad propuestos por el Banco Mundial. El primero ‘voice and accountability’ explica la libertad de expresión y asociación dentro de un determinado país; para muchos analistas es una indicador de democracia. El segundo indicador ‘political stability’ mide la estabilidad del gobierno y la posibilidad de ser derrocado bajo formas anti-constitucionales como marchas nacionales o golpes de Estado. Para ser considerado como desarrollado estos indicadores deber superar el nivel de 80%.

Este grafico sugiere que la democracia en Japón (indicador de ‘voice and accountability’) se encuentra con altos estándares de calidad con indicadores superiores al 80%; mientras que en el caso peruano; aunque se observa una tendencia positiva se estaría llegando al niveles de 60%; lejos de estándares para ser considerado como un país democrático propiamente dicho.

En el segundo indicador (‘political stability), el contraste es aún más desfavorable para la sociedad peruana. Mientras Japón goza de una estabilidad política que nuevamente logra superar el umbral de 80%; en el caso peruano no se llega ni al 40%; hasta hace unos años la estabilidad ni si quisiera llegaba a una calidad de 20%; como se aprecia en el gráfico.

Indicadores de democracia y estabilidad política de Japón y Perú
 Fuente: Banco Mundial

Como ya ha sido mencionado el Perú registra una larga historia de conflictos internos; pero lo que aún no se ha medido es el efecto negativo en la prosperidad y el crecimiento económico. Este problema tiene dos actores; la sociedad y las autoridades políticas. Los conflictos surgen de las masas a través de marchas, protestas, paros, etc. debido a la percepción de corrupción e ineficiencia por parte de las autoridades; mientras que estas últimas lo hacen los esfuerzos necesarios para eliminar los conflictos.

Japón no conto con estos problemas, lo que facilito su rápido desarrollo; pero las siguientes economías de Este Asiático (Corea de Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong) en desarrollarse no encontraron esos consensos y tuvieron que recurrir a la supresión de ciertas libertades políticas. En estos tiempos y en realidades como la peruana los conflictos internos dañan directamente la estabilidad política e indirectamente otras variables necesarias para el desarrollo económico.

Este problema necesita ser solucionados por ambas o una de sus partes (la sociedad o la elite). De un lado, la sociedad peruana parece fragmentada incluso entre sus mismos ciudadanos; mientras que muchos miembros de la política prefieren mantenerse en el poder a pesar que generar estas divisiones. Ciertamente la idiosincrasia peruana parece opuesta a la observada en el caso japonés.

Así de este artículo busco proponer una nueva variable que no se estarían tomando en cuenta en favor del desarrollo económico; me refiero a nuevos patrones que busquen evitar los conflictos internos. Lo que a su vez requieres diversas nuevas formas; sobre todo en el mundo en desarrollo como mejores mecanismo institucionales de reclamos ante las autoridades, reducir la carga del sistema judicial con mecanismos extrajudiciales de solución entre las partes; prevenir y combatir la corrupción, en general el mejorar el comportamiento individual que fortalezca la estabilidad política y el consenso. Emulemos a los samurais y de la sociedad japonesa.




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